Consecuentemente (3), argumenta que la competitividad se evalúa utilizando
varios indicadores, como las instalaciones físicas de la empresa, la
organización de los procesos de producción, los sistemas de incentivos y los
métodos de pago basados en resultados, los cuales tienen un impacto
significativo. Sin embargo, en contraposición a esta opinión, (3) sostiene que la
competitividad es un concepto relativo y los factores que la definen, así como
su forma de medirla, pueden variar dependiendo de las variables que se
consideren como referencia.
El entorno empresarial es un aspecto fundamental y extenso que engloba
diversas fuerzas sociales y económicas. Estas fuerzas deben ser examinadas
ya que, de una forma u otra, afectan a todas las empresas. Por lo tanto, no se
puede evaluar a todas las industrias de la misma manera, ya que el mercado y
las características de sus productos o servicios requieren considerar ciertos
elementos estratégicos como criterios de medición.
Estos elementos, a su vez, van a determinar la interacción entre unas
empresas y otras. Hay elementos que pueden representar una amenaza para
la competitividad de las empresas. Esto demanda que las estrategias de acción
y los procedimientos de gestión se dirijan a reducir los riesgos y las amenazas
que podrían tener un impacto significativo en la disponibilidad de suministros,
como escasez o retrasos, así como otros eventos, estos eventos pueden
generar costos a corto plazo en las ventas y causar daños a la satisfacción del
cliente a largo plazo (3).
El capital humano como elemento clave
Sin duda, la infraestructura tecnológica de una organización es crucial para
facilitar una transformación digital rápida. No obstante, el factor fundamental
para lograr este proceso recae en el capital humano. Los empleados
constituyen el recurso principal que contribuirá a superar los nuevos desafíos
de las empresas, revitalizando así sus métodos de organización y
funcionamiento.
Según una investigación llevada a cabo por everis, en México, el 60% de las
empresas enfrentan dificultades para reclutar y desarrollar talento con
habilidades digitales (21).
Una de las principales demandas del nuevo entorno digital para mejorar la
competitividad empresarial es la necesidad de adaptar los perfiles de los
empleados a las competencias requeridas. Además de la evidente adaptación
a las herramientas tecnológicas en constante desarrollo, como la inteligencia
artificial, el análisis de datos y la automatización, otras habilidades esenciales
que influirán en la evolución de las empresas incluyen el liderazgo, la influencia
social, la creatividad, la originalidad y el pensamiento crítico y analítico (21).
Se espera que el 65% de las organizaciones presencien una transformación
significativa en las habilidades y competencias del personal para abordar la
transformación digital. Para mejorar las capacidades de la empresa y adaptarse
continuamente a un entorno altamente competitivo, es crucial considerar tres
aspectos clave en la estrategia:
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